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El estrés y el envejecimiento son dos realidades de la vida. Aunque manejar el estrés puede ser un poco más fácil cuando somos jóvenes, los efectos sobre nuestro cuerpo cambian realmente a medida que envejecemos.

La buena noticia es que hay algunas formas sencillas de identificar y aliviar el estrés para que pueda mejorar tu salud en general. Antes de saber cómo afecta el estrés de forma diferente a la población mayor, primero hay que preguntarse cómo afecta el estrés al cuerpo.

Efectos del estrés en el organismo

El estrés puede afectar a todos los sistemas del organismo. La reacción comienza cuando el cuerpo percibe peligro o alguna necesidad de luchar. Los músculos se tensan, la respiración se hace más pesada y sube la tensión arterial. Esto se debe a que el cuerpo libera hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol, para tener la fuerza y la energía necesarias para hacer frente a la amenaza.

Esa respuesta es buena en pequeñas dosis, como cuando te tropiezas con algo pero eres capaz de reaccionar rápidamente. El problema surge cuando esas sensaciones se producen muy a menudo, o a veces incluso todo el tiempo.

Lidiar constantemente con un estado de estrés puede causar presión arterial elevada, problemas con el sistema inmunitario, ansiedad, depresión, acidez estomacal, problemas digestivos y mucho más.

Estrés y envejecimiento

Ahora te estarás preguntando: “Entonces, ¿en qué difieren los efectos del estrés en las personas mayores con respecto a las más jóvenes?”. La respuesta es doble.

Su cuerpo responde de forma diferente

Desde el punto de vista corporal, nuestra forma física disminuye, la capacidad pulmonar se reduce y muchas personas tienden a llevar un estilo de vida más sedentario a medida que envejecen. Debido a estos cambios, el cuerpo no puede gestionar la respuesta natural al estrés tan adecuadamente como cuando era más joven.

Además, muchos adultos mayores padecen enfermedades crónicas, lo que hace más difícil recuperarse de las dolencias físicas en general. Ahora, un problema que ya era bastante difícil de controlar para el cuerpo se hace aún más difícil de lo que solía ser.

Luego están los efectos mentales del estrés. Esas hormonas del estrés que inundan el cerebro empiezan a hacer mella en la memoria y la cognición, lo que ya puede ser un problema para la población de edad avanzada. Sin embargo, nada de esto está relacionado con la demencia o la pérdida de memoria asociada a la edad.

La diferencia que notarás en la carga mental del estrés con respecto a tus días de juventud está relacionada con el sueño. Por lo general, una buena noche de sueño restablece el cerebro y hace que el cuerpo vuelva a la normalidad. Para muchas personas mayores, conseguir un sueño reparador puede ser más fácil decirlo que hacerlo. No poder hacer ese restablecimiento mental puede empeorar con el tiempo los problemas cognitivos relacionados con el estrés.

Desencadenantes de estrés

Piensa en las cosas que te provocaban estrés cuando eras más joven. Por ejemplo, un aumento de la carga de trabajo o un retraso en las tareas domésticas. En el caso de los adultos mayores, esos factores estresantes cambian a cosas como la pérdida de un ser querido, la sensación de inutilidad o la pérdida de algunas capacidades físicas. La propia naturaleza de esos factores desencadenantes del estrés modifica el impacto que pueden tener sus síntomas.

Síntomas de estrés a tener en cuenta

A veces es difícil equiparar ciertas dolencias físicas con los síntomas del estrés. Si tu cuerpo está en un estado de estrés casi constante, puedes acostumbrarte a sentir los síntomas y pensar que son normales. Si conoces los cambios que puedes presentar, es un poco más fácil darse cuenta de que son síntomas de estrés y no otra cosa. Incluso puede ser necesario que un amigo o un familiar te los indique.

Éstos son los síntomas de estrés que debes tener en cuenta:

  • Cambios en los hábitos alimentarios
  • Cambios en el estado de ánimo, como ansiedad, tristeza, irritabilidad o hiperactividad
  • Dificultades de concentración o memoria a corto plazo
  • Mal genio fuera de lo normal
  • Aislamiento social
  • No prestar atención al cuidado personal
  • Más dolores de cabeza o dolores y molestias en general
  • Enfermarse con frecuencia
  • Pérdida o aumento de peso
  • Fatiga excesiva o problemas para dormir

Como puedes ver, muchos de estos síntomas podrían interpretarse fácilmente como causados por algún otro problema. Muchos de ellos también son indicativos de depresión. Pero cuando se llega a la raíz del problema, puede que sólo se trate de estrés que se nos está yendo de las manos.

Actividades para aliviar el estrés

Ahora que conoces los efectos del estrés y los síntomas a los que debes prestar atención, necesitas aprender algunas actividades para aliviar el estrés. Afortunadamente, hay varias cosas que puedes hacer en casa para ayudar a ralentizar tu mente y derretir ese estrés.

Ejercicios de respiración profunda

Probablemente no pienses mucho en la respiración, pero deberías hacerlo. La respiración es lo que hace que el oxígeno fluya a través de los vasos sanguíneos y elimina el dióxido de carbono.

Dedicar un tiempo cada día a sentarte y concentrarte realmente en cómo respira puede ayudarte a suministrar a tu cuerpo el oxígeno que necesitas de forma más eficaz. Respira hondo de modo que el estómago crezca al inhalar. Sentirás cómo los pulmones se estiran hacia abajo y el pecho se llena de aire. Luego exhala lentamente. Empezarás a sentir que los niveles de estrés bajan después de las primeras respiraciones.

Meditación

Este método puede combinarse con los ejercicios de respiración. Se ha demostrado que la meditación alivia el estrés actual y ayuda a evitar que te estreses demasiado en el futuro.

Practicar la meditación puede adoptar muchas formas, pero normalmente se hace despejando la mente de cualquier pensamiento o centrándote en un pensamiento específico. Pasarás entre 5 y 20 minutos despejando tu mente de esos pensamientos estresantes y calmando tu cuerpo y tu mente.

Reducir los desencadenantes

Probablemente puedas identificar algunas de las cosas que te estresan. Una vez que sepas cuáles son, reducir su impacto en tu vida te ayudará a estar más relajado. Sí, es más fácil decirlo que hacerlo, pero abordar realmente la raíz del estrés puede mejorar tu vida de muchas maneras.

Por ejemplo, si uno de tus principales desencadenantes del estrés es la sensación de inutilidad, tienes que intentar mantenerte ocupado. Encontrar un lugar donde hacer voluntariado por una buena causa o incluso aceptar un trabajo a tiempo parcial son opciones muy populares. Incluso el simple hecho de organizar una actividad semanal o mensual en la que acudas a un evento con amigos o familiares puede hacer maravillas. Salir y socializar también es otra forma de ejercitar el cerebro.

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